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UNICEF y Banco de Bogotá le apuestan al ‘talento hecho en Chocó”

  • El Banco de Bogotá es aliado de UNICEF desde hace 5 años. Ya cuentan con cerca de 300.000 clientes de la tarjeta débito UNICEF que junto al banco donan para programas en favor de la niñez. 
  • UNICEF busca fortalecer los conocimientos en carreras como finanzas, contabilidad y gestión ambiental para aplicarlos en sus territorios, esta es la historia. 

Para vivir en Carmen del Darién se debe aprender desde muy pequeño a correr entre las tablas que conectan las casas sobre el agua. Allá no hay calles ni semáforos, y los accidentes, cuando los hay, siempre terminan con la cara embarrada en el río Atrato.

El sonido del “tráfico en el Darién” comienza muy temprano, antes del amanecer, cuando crujen las tablas del pueblo. Con los primeros rayos del sol pescadores caminan hacia el muelle para iniciar sus faenas, los comerciantes van hacia al mercado; y en medio del agua turbia que inunda las calles y el olor particular de la madera mojada por las lluvias de la noche, aparecen las miradas de niños y niñas. 

A las 6:00 a.m. aún se siente la brisa fría de la selva y en el colegio Heracleo Lara, se empiezan a llenar de barro los pasillos. Mancleiner, Katherin, Joisy, María Paula, Jhoiner y sus compañeros, están listos para iniciar una nueva jornada. Paradójicamente, en esta zona del país donde difícilmente se puede llegar a ‘las tres rayitas de señal en el teléfono’; el arte, la música, la literatura y las tecnologías, son la pasión de la mayoría de los niños y niñas

A Mancleiner, por ejemplo, le apasiona el vallenato y como si nada entre una clase y la otra canta ‘Te amo y te amo’ de Felipe Peláez, con una voz impresionantemente afinada, y sueña con ser ingeniero de sistemas, cree que es la profesión que sacará adelante a su familia. Katherin sueña con ser una exitosa cantante. Joisy es una lectora consumada, química es su clase favorita y en el 2023 empezará su carrera como ingeniera de sistemas. 

“Nosotros estamos en un territorio muy alejado y la calidad de la educación no es la necesaria para uno proyectarse en un modelo de vida mejor para el futuro. Hacen falta proyectos que nos permitan tener una visión más amplia de nuestro futuro. Este proyecto que están haciendo de ‘Universidad al Campo’ nos está dotando de conocimientos, de prácticas y ha hecho que nosotros tengamos más herramientas para construir un modelo de vida a futuro que sea más prometedor”, dijo Rodrigo Quiceno, un joven de 17 años que ama el freestyle y sueña con salir adelante para ayudar a su papá que es panadero. 

Rodrigo es parte de los 103 adolescentes que acceden a Universidad al Campo en Carmen del Darién y Belén de Bajirá, proyecto implementado por UNICEF a través del Fondo Multidonante de las Naciones Unidas para el Sostenimiento de la Paz. Universidad al Campo facilita el trabajo coordinado entre instituciones educativas y las autoridades civiles para impulsar la generación de conocimientos y habilidades pertinentes al territorio. Es así como estos 103 adolescentes complementan su media académica con conocimientos en finanzas, contabilidad y gestión del medio ambiente para generar desarrollo en sus regiones a través de sus prácticas económicas. “UNICEF debería continuar llevando estas iniciativas a más lugares del país porque es necesario, si no fortalecemos la educación de los jóvenes, ¿dónde vamos a quedar? Al final somos el presente del país”, agregó Rodrigo. 

“Yo creo que los estudios son la manera de salir adelante, mientras nosotros tengamos presente que todo lo que nos proponemos lo podemos lograr, podremos salir adelante. No será fácil, pero tampoco imposible y hay que ponerle actitud”, dice Mancleiner, quien acaba de terminar un concierto privado para sus amigos. Mancleiner vive con sus papás y sus dos hermanos, ambos con nombres que inician con M. Cree que para cumplir su sueño de ser un profesional reconocido su mayor limitante es el acceso a oportunidades y el recurso económico, pero poco a poco las cosas se han ido facilitando mucho más y no ve tan lejos la posibilidad de un día darles una mejor vida a sus papás. 

El sueño de María Paula no es tan diferente al de Mancleiner. Ella sueña con ser enfermera, pero no solo para ayudar a su mamá que por años la ha sacado adelante trabajando como aseadora en el colegio, sino también para ayudar a todo el pueblo. “Yo quiero ser una gran enfermera y volver al Carmen del Darién para darle una mejor vida a mi hermano y a mi mamá. Además, sueño con crear una clínica porque acá el acceso a un buen servicio de salud es muy limitado, pero se necesita y yo sé que, con el tiempo, podré hacerlo y ayudar a más personas”. 

La vicepresidenta del Banco de Bogotá, Isabel Cristina Martínez Coral, es una joven ingeniera electrónica quien estudió en la Universidad del Cauca y conoce la importancia de la educación de calidad para cambiar los entornos sociales. “Junto con un equipo del Banco de Bogotá viajamos al Chocó y llegamos, por primera vez, hasta el Carmen del Darién; un lugar del que todos habíamos escuchado, pero no por los motivos correctos. Conocimos una Colombia que se ve un poco apartada, pero está llena de vida, sueños y esperanzas de más de 500 niños y niñas. Esta experiencia nos ha permitido magnificar la importancia del trabajo que venimos haciendo de la mano con UNICEF; desde el Banco de Bogotá estamos comprometidos con la educación de los jóvenes, un vehículo para cumplir sus sueños y generar progreso económico, social y cultural en la región. Estamos aquí para acompañarlos en la realización de sus sueños”, dijo Isabel. 

Articular los conocimientos con la vocación del territorio en el Darién es una prioridad de UNICEF y Banco de Bogotá; preservar la integración familiar y la cultura de su pueblo. Una generación de jóvenes que amen el currulao, la marimba y el Atrato, pero que a su vez sean expertos en data y gestión agroambiental. Todo un desafío.

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