En los territorios de Guainía y Vaupés, en el corazón de la Amazonía colombiana, algunas comunidades que habitan estos territorios describen su riqueza en la densidad de las raíces de sus árboles. Allí, el verde profundo de la selva no es solo paisaje; es hogar, refugio y promesa. Para las familias que habitan estas tierras, la reforestación no es solo un acto de siembra; es un pacto sagrado con la naturaleza, una forma de honrar y preservar el legado que les fue entregado, un gesto que devuelve vida, sustento y equilibrio a quien tanto les ha dado.
Sin embargo, en la inmensidad de la Amazonía, la deforestación avanza como una sombra que amenaza su biodiversidad única. Ante esta situación, las comunidades indígenas buscan aliados que les ayuden a redoblar esfuerzos en la siembra, con el objetivo de ganarle la batalla a la tala de árboles.
Hoy, la selva se abraza a diferentes especies de árboles como el Acaí, wasay, ivacabá, molinillo, siringa, fariñero, entre muchas otras, que le devuelven el aire que tanto necesita. Este renacer es posible gracias a la unión de más de 300 familias indígenas que, con manos y corazones comprometidos, han sembrado más de 92,600 árboles, resultado de la alianza entre el Banco de Bogotá y Saving the Amazon a través de la tarjeta de débito Amazonía. Este esfuerzo no solo busca restaurar el bosque, sino generar un impacto global, logrando capturar a la fecha más de 16.000 toneladas de carbono y contribuyendo a la mitigación del cambio climático.
Desde la comunidad de Morocotó, Johana Alejandra Rodríguez comparte su voz: “A todos los donantes de la tarjeta de débito Amazonía y a los funcionarios del Banco de Bogotá, gracias. Las familias de Morocotó mantenemos un fuerte compromiso con la naturaleza, y en la siembra y el cuidado de la selva encontramos una oportunidad para vivir en armonía con la madre tierra. Soy Johana Alejandra Rodríguez, y estoy convencida de que, trabajando unidos, podemos sanar el planeta”.
La reforestación es más que un beneficio ecológico, es una fuente de vida social y económica para estas comunidades. Gracias a este proyecto, han encontrado una forma sostenible de generar ingresos mientras preservan sus tradiciones y saberes ancestrales. Este esfuerzo compartido es un testimonio de que, cuando se unen las manos de las empresas, las organizaciones y las comunidades locales, es posible enfrentar las problemáticas ambientales que amenazan al planeta.
Desde Laguna Morocotó, Omar Alberto Amaya Bautista expresa: “a todos los donantes de la tarjeta de débito Amazonía, les enviamos un saludo. Soy Omar Alberto Amaya Bautista, y en mi comunidad siente el apoyo de esta alianza que nos incentiva a sembrar árboles nativos y cuidarlos durante 36 meses, el tiempo necesario para que crezcan y puedan sostenerse por sí solos en esta selva amazónica. Muchas gracias”.
En total, más de 1.500 hectáreas de bosque húmedo tropical han sido restauradas y enriquecidas, y el trabajo de estas comunidades resulta como una inspiración. En su conexión con la tierra y en el poder del esfuerzo colectivo, demuestran que un cambio es posible, que la mitigación del cambio climático puede ser guiada por la sabiduría de aquellos que, desde siempre, han vivido en armonía con la naturaleza.
“La tarjeta débito Amazonía es más que un producto financiero; es un puente que conecta a nuestros clientes con la posibilidad de generar un cambio real en la Amazonía colombiana. En alianza con Saving the Amazon, apoyamos el plan de reforestación liderado por las comunidades indígenas en Guainía y Vaupés quienes, con su conocimiento, están impulsando un futuro más verde y sostenible para todos”, concluyó César Prado Villegas, presidente del Banco de Bogotá.